Déjanos volar, es lo que creo que a veces muchos chicos y chicas con autismo nos piden pero tardamos en entenderlo, aún así hay que dejarlos volar, no importa que no vuelen tan alto como las aguilas, lo importante es que puedan volar
Cuando era un niño jamás en mi familia dudaron de mis
capacidades, pero aún así siempre hasta hace menos de un año el único trabajo
que me dejaban hacer solo era llevar las bolsas de la basura al contenedor,
nunca me habían dejado salir a la calle solo. El cambio llego cuando entre a un
nuevo colegio y el director le exigió a mi familia que tendría que ser más autónomo
para estar en este colegio. Lo primero fue que tenía que salir a una calle
diferente de la que vivo a esperar la ruta para el colegio, en principio mi
madre me acompañaba hasta la ruta, luego me enseñaron a pasar la calle, debía mirar
muy bien pues al frente de casa no hay semáforo y los coches circulan en los
dos sentidos, eso lo conseguí en una semana, el segundo paso fue pasar por una
calle grande con semáforos, aquí mi madre se fiaba menos de mi me espiaba desde
donde podía aunque ella creía que yo no me enteraba, también lo logre en tiempo
récord pues solo era esperar que el muñeco se pusiera en verde, y el semáforo tuviera
la luz en rojo. Al mes de estar en este colegio y ya yendo a la parada de la
ruta solo, llamaron a mi madre para decirle que las reglas habían cambiado, y
que ahora debía aprender a tomar el transporte público, mi madre entro en
pánico pero lo acepto. Durante un mes mi madre viajo con migo, son tres
autobuses los que debo tomar para ir al colegio, y luego de regreso a casa. Ella
me elaboro unas fichas con dibujos de autobuses, los números de los autobuses y
las paradas. Después de cumplir el mes
de viajar con ella me dejo solo, pero claro siguió espiándome durante otro mes,
seguía los autobuses en su coche, y así hasta que se dio cuenta que yo soy un
chico muy inteligente y no necesitaba ayuda todo está controlado.
Ahora solo llamo a mi
madre cada vez que cambio de autobús hasta que llego al colegio o a casa, estoy
feliz me siento libre, todos los días me encuentro con algunas personas que
hacen el mismo recorrido, veo mucha gente diferente, y me doy cuenta
que poco a poco voy entrando en su mundo y ellos de una manera sutil en el mío.
He querido hoy que sea Juan Pablo el que les cuente su
aventura de la libertad, porque aunque no tenga gran fluidez verbal, se que es
lo que les contaría. El se ve feliz, sale muy puntual en la mañana a tomar el autobús
que lo lleva al colegio cuando me llama diciéndome donde esta se le nota la
alegría que siente, eso para mi no tiene precio.
Como siempre he dicho solo quiero contar nuestra historia nuestras vivencias desde
nuestra experiencia, con esto quiero animar a las familias de niños con
discapacidad a que les den un poco de libertad, cada uno en la medida que
puedan a veces creo que en mi caso con Juan Pablo me he demorado mucho tiempo
en darle responsabilidades, pero nunca es tarde podemos empezar por pequeñas
pero que para ellos son grandes cosas y de esa manera ir avanzando.
Cuando les
vamos dando pequeñas responsabilidades y ellos lo van logrando hace que también
se sientan mucho más seguros, mucho más
felices, es calidad de vida lo que les estamos proporcionando, y de paso nos
beneficiamos las familias.
Gracias por seguirnos, por tomarse su tiempo para leernos, por compartir nuestra historia, ese es nuestro gran objetivo. Gracias,gracias, gracias